miércoles, 9 de septiembre de 2009

TECNOLOGÍA Y COSTUMBRES

En días pasados fue revelado un estudio hecho por científicos de la Universidad de Stirling, en Escocia, que revela hasta qué punto han cambiado las costumbres tras el desarrollo de la tecnología y de Internet. Los resultados dejan en claro que en un futuro muy cercano, quien no sepa enviar un archivo adjunto por correo electrónico o quien no sepa reservar un vuelo en la página de una aerolínea enfrentará grandes dificultades de comunicación.

Es innegable que la red ha venido desplazando a servicios como el correo postal y el teléfono fijo, que parecían estar destinados a acompañarnos para siempre. En poco tiempo, escribir una carta, pegarle una estampilla y depositarla en un buzón en la calle será considerada una actividad tan arcaica como lacrar el sobre con cera y enviarlo con un estafeta a caballo.

Las nuevas tecnologías, como siempre ha pasado en la Historia, le dan un vuelco a la forma de hacer negocios, de socializar, de comprar y de acceder a la información. Lo poderoso de Internet es que su capacidad de transformación es, al mismo tiempo, más veloz, más expansiva y más penetrante que anteriores avances, como la televisión, la aviación comercial o los computadores.

Sin embargo, la tecnología también muestra su otra cara. Según el estudio, el buscador de Google está deteriorando la memoria de sus millones de usuarios al ofrecer al instante datos de cualquier naturaleza. Además, la vieja costumbre de escuchar discos completos de una banda está siendo desplazada por la descarga de unas pocas canciones por compacto directamente al programa de reproducción del computador.

La renovación anual del directorio telefónico repartido de casa en casa, el acceso restringido a revistas o a videos pornográficos -o la costumbre adolescente de ojearlas subrepticiamente para evitar la vergüenza-, el revelado de los rollos de fotografías y su almacenamiento en álbumes y la memorización de números telefónicos son hoy en día costumbres en vías de extinción. Quizás no esté lejos el día en que la consulta de libros en las bibliotecas y la memorización de datos históricos sean también anacrónicas debido a la facilidad de rastrear datos en la red. Los efectos del rápido cambio tecnológico son inevitables, así como inexorable la sustitución de unas costumbres, oficios y actividades por otras más modernas y ajustadas a los nuevos tiempos.

editorial@eltiempo.com.co Septiembre 15 de 2009

martes, 8 de septiembre de 2009

SATÉLITE COLOMBIANO. ¿UN DESPROPÓSITO?

Ese es un lujo que el país no se puede dar en esta época de crisis. Mejoremos la conectividad pero de una manera racional, sin quitarle dinero a otros proyectos interesantes del Mincomunicaciones.

Por mi antigüedad en el área de las TIC, conocí varios planes de Colombia para un satélite propio, planes que no se concretaron por inviabilidad económica. Países con economías mucho más grandes (como México y Brasil) pueden justificar un satélite propio. Para un país como el nuestro, esto parece un despropósito. Es un error tratar de imitar a Venezuela, que gasta alegremente sus petrodólares. Colombia debe pensarlo mejor, más aun en esta época de crisis.

Por interés profesional, leí el documento Compes 3579 (de marzo 25 del 2009), con los lineamientos para implementar este proyecto satelital. Allí se dicen verdades con las cuales estoy de acuerdo:

- El Mincomunicaciones debe proveer conectividad electrónica a todos los sitios poblados del país, por apartados que ellos sean.

- Las microondas y la fibra óptica no pueden llegar a todos los sitios remotos de nuestra geografía (aunque se llevara fibra óptica a San Andrés).

- La solución para esos sitios es usar enlaces de un satélite geoestacionario.

- Hay compañías internacionales especializadas en proveer estos enlaces.

- Diversas entidades estatales utilizan enlaces que se contratan aisladamente.

Hasta acá, de acuerdo. Pero hay aspectos que no se mencionan, o se tratan ligeramente, y son los que hacen que al evaluar el proyecto integralmente resulte un despropósito. Mencionaré los más significativos:

- El lanzamiento y la puesta en órbita y operación de un satélite geoestacionario tiene riesgos, ha habido varios fracasos. No se menciona un plan B, ni sus costos.

- La vida útil de un satélite es de aproximadamente 15 años, al cabo de los cuales habría que repetir la cuantiosa inversión (unos 250 millones de dólares). Si alquilamos enlaces, no hay que hacer estas inversiones.

- Si el satélite presentara una falla en su operación, es relativamente fácil para una empresa especializada dar servicio desde otro de sus satélites. Cuál sería el backup de nuestro satélite? ¿Cuánto cuesta?

- Un satélite implica la estación de control. En nuestro país existe el riesgo de ataques terroristas, lo cual hace muy vulnerable el sistema.

- No se evalúan los costos de: equipo de consultores (definición del proyecto, pliegos y evaluación de propuestas, contratación), estación de control, entrenamiento y costo anual de los operadores especializados y directivos.

- Es necesario gestionar con la UIT la posición en la órbita, con todos los costos asociados, que tampoco se estiman. Esta gestión no es necesaria si utilizamos enlaces en arriendo.

- La contratación de canales con una compañía internacional se puede hacer gradualmente, a medida que se vayan conectando más sitios remotos y aumente el tráfico. Con un satélite propio tendríamos por varios años una capacidad ociosa, lo cual hace ineficiente la inversión.

- Se deberían coordinar todas las entidades interesadas y lograr un acuerdo de leasing a largo plazo que reúna todas las necesidades del país, lo cual sería muy ventajoso para Colombia y llamativo para la empresa internacional; se podría considerar un proyecto de joint venture.

- Si las compañías satelitales internacionales no tienen hoy canales para ofrecer, todas tienen programas de expansión y seguramente, ante la cantidad de transponders que necesita Colombia, reaccionarán rápidamente y estarán listas más pronto que nuestro proyecto satelital.

Por lo anterior, parece un despropósito tener un satélite propio, un lujo que el país no se puede dar en esta época de crisis. Mejoremos la conectividad pero de una manera racional, sin quitarle dinero a otros proyectos interesantes que lleva a cabo el Ministerio de Comunicaciones para la inclusión de gente sin recursos en la tecnología digital.

Por Álvaro Torres Nieto *

EL SATÉLITE COLOMBIANO EN 2012

El proyecto, valorado en 230 millones de dólares, permitirá conectar 30.000 puntos del país, como hospitales, colegios, bibliotecas, batallones, etc. Estará en órbita en el 2012.

¿Alguna vez se ha preguntado qué se debe hacer para que una llamada telefónica entre Bogotá y Puerto Alegría (Amazonas) sea posible? Seguramente no. ¿Y si le dijeran que para garantizar que esta comunicación sea mejor y más económica en el corto plazo será necesario viajar en el espacio exterior casi una décima parte de la distancia que hay entre la Tierra y la Luna, lo creería?

Pues eso es lo que va a suceder en tres años cuando Colombia ponga en órbita su primer satélite geoestacionario, denominado Satcol, un dispositivo de cuatro toneladas de peso y del tamaño de un avión comercial pequeño, que estará dedicado a ofrecer servicios de telecomunicaciones a los colombianos residentes en los lugares más apartados del país.

Este proyecto del Ministerio de Comunicaciones, en el que serán invertidos 230 millones de dólares (unos 466.670 millones de pesos), permitirá que 30.000 puntos de la geografía nacional (hospitales, colegios, bibliotecas, alcaldías, concejos, cárceles, batallones) cuenten con telefonía e Internet.

Pero ¿por qué un satélite? La respuesta es sencilla: más de la mitad del país no tiene acceso a las redes de telecomunicaciones terrestres de fibra óptica, y por las dificultades geográficas y climatológicas que se observan en Colombia esto seguirá siendo así durante los próximos años.

La posibilidad de contar con un satélite propio se viene discutiendo desde hace tres décadas en Colombia e incluso se planteó la opción de desarrollar un proyecto andino, pero esta idea nunca prosperó.

Sin embargo, la necesidad de contar con una herramienta de este tipo se hizo más evidente en los últimos años por cuenta del avance del programa de telecomunicaciones sociales Compartel, que en el 2009, por ejemplo, terminará brindando conectividad a 22.000 lugares del país, entre los cuales más del 60 por ciento utiliza tecnología satelital. Hoy ya son 15.500.

Como si lo anterior fuera poco, Colombia se ha propuesto llegar al año 2019 con más de 50.000 puntos conectados de su geografía, el 80 por ciento vía satélite.

Teniendo en cuenta la gran demanda presente y futura de conectividad del país y lo costosa que es la oferta de capacidad satelital (3.500 dólares mensuales por 1 MHz), el Ministerio de Comunicaciones estructuró este proyecto que le permitirá ahorrar unos 165 millones de dólares durante los 15 años en los que, como mínimo, el equipo estará en operación en el espacio.

Esta es una cifra nada despreciable si se tiene en cuenta que tras la entrada en operación del satélite colombiano solo se suplirá la conectividad del 60 por ciento de los 50.000 puntos previstos y será necesario disponer de recursos adicionales para alquilar capacidad satelital o para compartirla en el proyecto de un tercero con el fin de llegar a los 20.000 lugares restantes.

En qué va el proyecto

La semana pasada el Fondo de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones dio a conocer el pliego de condiciones para la licitación del satélite, que establece, entre otras cosas, que la adjudicación de la misma se realizará el 11 de noviembre del 2009.

Los interesados en el proceso tienen hasta esta semana para presentar sus comentarios al documento y se espera que la próxima semana no solo sean respondidas sus observaciones, sino que se publique el pliego definitivo y se abra oficialmente la licitación.

Los interesados, entre los que se cuentan empresas de China, Rusia, Israel y Estados Unidos, tendrán hasta el primero de octubre para presentar sus propuestas.

Una vez adjudicada la licitación, se firmará el contrato el 19 de noviembre y el acta de inicio el 26 de noviembre. Se estima que el ganador puede tardar entre 26 y 32 meses para cumplir con su cometido: construir el satélite, lanzarlo al espacio y ponerlo en la órbita geoestacionaria.

Como parte del convenio será construida una estación de control del satélite en Colombia.

ABC DE SATCOL

¿Qué es un satélite de telecomunicaciones?

Es un equipo que se encarga de recibir, amplificar y retransmitir señales de servicios de telecomunicaciones desde y hacia la Tierra.

El satélite Satcol pesará unas cuatro toneladas, de las cuales 2,4 toneladas serán combustible, utilizado no solo en su posicionamiento en órbita, sino en mantenerse en su lugar durante los 15 años de operación y finalmente en desorbitarse.

Las 1,6 toneladas restantes es lo que se conoce como carga útil: antenas, conexiones, amplificadores, etc. También está la plataforma que soporta los sistemas eléctrico, térmico, de propulsión, orientación y control.

Ya desplegado su tamaño superará los 60 metros.


¿Cómo se mide la capacidad de un satélite?

La capacidad de un satélite la determina el número de transpondedores (TRP) o canales que posea para recibir señales, amplificarlas y retransmitirlas.

Cada transpondedor cuenta con una capacidad equivalente a canales de 36 MHz. En un satélite se pueden encontrar de 20 a 100 TRP. Satcol contará con 36.

¿Cuál es la capacidad mundial de los satélites?

Se estima que todos los satélites localizados en el espacio suman 5.519 transpondedores y la mayor parte, el 44 por ciento, son utilizados para transmitir señales de televisión.

En América Latina operan unos 528 TRP, de los cuales 32 son utilizados en Colombia.

El 33 por ciento de esta capacidad satelital en el país está destinada a las comunicaciones sociales, mientras el 34 por ciento a cubrir las necesidades del sector empresarial.

¿Cómo se lleva al espacio y se pone en órbita un satélite?

Una vez construido, el satélite es puesto dentro de un cohete que lo lleva a unos 200 kilómetros sobre la superficie terrestre, donde es liberado.

En ese momento, el satélite se coloca sobre una Órbita de Transferencia Geoestacionaria (GTO), que podría compararse con una autopista de forma elíptica que lo eleva hasta la órbita geoestacionaria ubicada a 36.000 kilómetros de altitud, es decir, casi una décima parte de la distancia entre la Tierra y la Luna.

¿Qué es una órbita geoestacionaria?

Es una órbita localizada directamente encima de la línea del Ecuador a 36.000 kilómetros de altura. Allí se localizan buena parte de los satélites de telecomunicaciones, pues todo el tiempo orbitan en una posición fija respecto a la Tierra.

En la actualidad hay unos 340 satélites geoestacionarios que están separados por 'ventanas' de 75 kilómetros de ancho y 75 kilómetros de alto para evitar colisiones.

ÁLVARO E. SANDOVAL R.
REDACCIÓN TECNOLOGÍA

ACOSO VIRTUAL EN LAS AULAS

Han sido 435 las denuncias de acoso virtual las que han llegado sólo este año al Grupo de Delitos Informáticos de la Policía en Colombia. Lo alarmante es que buena parte de ellas se trata de casos de 'matoneo' escolar, donde la víctima es un adolescente y los acosadores son sus propios compañeros de colegio. Algunas modalidades, como el envío de correos electrónicos amenazantes, insultos colectivos en el Messenger, mensajes de texto ofensivos, grupos degradantes en Facebook, figuran dentro de las favoritas de los acosadores.

Si bien este tema de la violencia dentro de las escuelas ocupa hoy en día un lugar importante en la agenda de los planteles educativos, las discusiones se centran en sus expresiones físicas, mas no en la nueva versión virtual. Los insultos y las agresiones en el ciberespacio siguen fuera de control.

La preocupación de los padres y maestros fue evidente en un foro de eltiempo.com ayer con los directivos de la Red PaPaz. Dentro de los casos expuestos, los padres hablaron de los efectos que el 'matoneo' virtual causa en sus hijos, donde la somatización y los daños emocionales son una constante grave e, incluso, irreversible. Uno de los niños agredidos por Internet desarrolló una gastritis aguda y otro tuvo una atrofia de la hormona del crecimiento. En situaciones de alto estrés como estas, algunos jóvenes, acorralados y acosados en un espacio virtual de emisión ininterrumpida, han considerado el suicidio como una salida desesperada.

Esta dramática situación no puede tomarse a la ligera y su crecimiento (con cuatro veces más casos que en el 2008) debe detenerse y erradicarse cuanto antes. En la actualidad existen herramientas que restringen la navegación de menores de edad y las mismas redes sociales prohíben la creación de grupos que degraden a terceros. Ha faltado acudir a sus administradores para frenar a los jóvenes que se escudan en espacios virtuales y hostilizan a otros. Los padres, los colegios y las entidades gubernamentales están en mora de regular la actividad de los jóvenes en Internet con mayor severidad.

Un trabajo conjunto de control, denuncia y apoyo a los jóvenes puede reducir drásticamente los ataques virtuales. Los métodos utilizados en el ciberespacio son más sutiles, más difíciles de rastrear y más dañinos. Justo por eso, urge debatir este tema, mostrarles sus riesgos y limitaciones a los jóvenes y sancionar a quienes insistan en escudarse en el anonimato de algunas redes sociales para atacar la honra y la dignidad de sus compañeros de clase.

Septiembre 8 de 2009 editorial@eltiempo.com.co