viernes, 15 de octubre de 2010

BACTERIAS Y VIRUS EN DISPOSITIVOS TÁCTILES

Si usted se siente privilegiado por contar con el dispositivo tecnológico del año, o por cualquiera de los teléfonos con pantallas táctiles, seguramente sí lo es, pero también esté afrontando la amenaza de bacterias y virus que están infestándolos. Al menos así lo revela un estudio de investigadores británicos citados por el Sacramento Bee, según el cual los dispositivos con pantallas táctiles albergan hasta 18 veces más bacterias y virus que un baño de hombres en un siito público.

El informe no revela algo completamente nuevo: desde hace más de 8 años, distintos estudios han confirmado que el teclado de un computador es más sucio que un sanitario, y esto ha sido discutido cientos de veces en la Web. Pero hoy, los dedos de los usuarios de tecnología están ‘deslizándose’ de las teclas a las pantallas, y ha empezado a surgir interés por la contaminación en éstas.

En 2008, otra investigación británica reveló que los celulares normales –que no tienen pantallas táctiles, y que no suelen compartirse tanto como éstos– albergan miles de bacterias, incluida la Staphylococcus Aureus, que causa desde granos y furúnculos hasta meningitis y neumonía.

Más preocupante que este dato del informe es el revelado por otro estudio de la Universidad de Stanford. Éste asegura que si un virus está alojado en una pantalla, cerca del 30% de éste saltará a los dedos de quien la toque, y de ahí a los ojos, la boca o la nariz, para ingresar al cuerpo. Esto, sin contar que el siguiente contacto después de que alguien lleve un virus a una pantalla puede no ser con los dedos de la ‘víctima’, sino con sus orejas o su boca, si se trata de un teléfono inteligente.

“Si usted sufre de influenza y comparte un dispositivo táctil, entonces usted está compartiendo la influenza con quienes lo toquen”, le dijo Timothy Julian, un estudiante de Stanford que participó en la investigación, publicada en el Journal of Appied Microbiology.

El estudio concluye que los virus definitivamente sí se transfieren entre la piel y las superficies de contacto, y que la mayoría de ellos puede causar afecciones respiratorias y gastrointestinales.

Otra cifra impactante la provee la firma Proporta, que fabrica protectores y fundas para estos dispositivos. Aunque se trata de una empresa interesada y los estudios seguramente ayudarán en sus ventas, vale la pena tenerla en cuenta: un teléfono móvil promedio –incluidos los que no tienen pantalla táctil– tiene 3.895 gérmenes por centímetro cuadrado.

Si ya se contagió con la ‘fiebre de touchscreen’, que sea la única.
A primera vista, el informe parece destinado sólo a preocupar a los dueños de dispositivos táctiles, pero en realidad llama la atención de todas las personas, pues a diario deben tocar toda clase de superficies: botones de los ascensores y cajeros automáticos, teclados de computador, controles de consolas de juegos, teléfonos públicos o de oficinas, e incluso elementos no tecnológicos como los tubos y agarraderas en los buses, el metro y otros sistemas de transporte.
Así que la medida común para todos, quienes usan tecnología y quienes no lo hacen, es el tradicional y efectivo lavado de manos, que debe realizarse varias veces al día y siempre, antes de comer. Una alternativa a éste es el uso de geles antibacteriales.
No se trata de que las personas se vuelvan seres paranoicos contra los gérmenes –que están en todo lugar, no sólo en los dispositivos tecnológicos–, sino de prevenir enfermedades con el sentido común y unas simples pautas. Éstas son algunas de ellas:

•Aunque corra el riesgo de pasar por arrogante o envidioso, evite compartir sus aparatos con otras personas.
•Limpie la pantalla con frecuencia, no sólo con paños secos como los que incluyen algunos dispositivos, sino también con trapos húmedos o con toallas antibacteriales. En algunos países se ofrecen paños antibacteriales que se promocionan como los protectores en temporadas de gripa, pero aún no se encuentran estos productos en Colombia y otros países de Latinoamérica.
•Haga lo mismo con todos los dispositivos que se usan en la oficina y el hogar: teclados, teléfonos fijos, controles remotos, controles de electrodomésticos, etc., e incluso con elementos no tecnológicos como las chapas de las puertas y las llaves del lavamanos.
•Vacúnese… pero no sólo con software antivirus, sino en su cuerpo, contra influenza y otros virus.

Revista Enter. Octubre 15 de 2010

miércoles, 13 de octubre de 2010

OBSOLESCENCIA

LA TODOPODEROSA MICROSOFT EStá en crisis por cuenta del caos de su sistema operativo Windows, Hotmail es un servidor de correo prehistórico, Facebook, envidia del mundo hasta ayer, se está volviendo anticuado debido al empuje de Twitter, el computador o el celular que compraste el año pasado ya son de penúltima moda, el Kindle de Amazon dejó de ser la gran novedad y podría ser enterrado por el iPad o por la tableta Chrome de Google, y hace mucho (¿diez años es mucho?) desaparecieron Netscape, WordStar, WordPerfect, mientras que agonizan Lotus Notes, Eudora y los Palm-Pilots, arrasados por los Blackberry y los iPhones. Nos asedia una obsolescencia tan rauda que uno apenas siente pasar la ráfaga. Decía Marshall McLuhan: “Si funciona, es obsoleto”. Pues bien, vivimos como yo-yos bajo el yugo de este aforismo espantoso.

La obsolescencia planificada apenas se aceleró con la era digital, pero no empezó con ella. Data por allá de fines de la Segunda Guerra Mundial, cuando hubo una gran explosión de diseño industrial y de invención tecnológica. De hecho, fue entonces cuando el mercadeo por obsolescencia se popularizó con la perniciosa idea de hacer que la gente se enviciara al consumo. El fastidio actual no se limita al exasperante cambio periódico de los objetos y los programas, sino que ahora se utilizan técnicas de mercadeo cada vez más insidiosas e invasivas para vendernos lo nuevo. ¿Qué tal, por ejemplo, el Neuromarketing que va directo al inconsciente? Una agresión cruda. Como resultado, tenemos a una persona pensante haciendo cola para comprar un iPad a las tres de la mañana afuera de un almacén. ¿No es mejor dormir? No, parece que para los enviciados a la novedad dormir equivale a perder el tiempo.

De mi parte, he de decir que no siento la menor envidia por esos billonarios que hacen y pierden fortunas en la montaña rusa de las nuevas tecnologías. Muchos son víctimas de su propio invento y les basta con cometer un error estratégico para ir a parar al basurero. Supongo, sí, que no son tontos y que en el proceso ponen a buen recaudo una jugosa jubilación. Pero en últimas uno quizá entienda al empresario que recurre a la obsolescencia acelerada para vender más, lo que no entiende es por qué los gurús de la tecnología pretenden elevarla a categoría espiritual, a una suerte de destino sublime. Vaya “filósofos”.

El resultado de este mercadeo desbocado es gracioso. Un adolescente de hoy, confrontado con un teléfono de disco, no tendrá ni la menor idea de qué hacer para marcar un número a menos que haya visto muchas películas viejas, y si de ñapa le damos una regla de cálculo para que pase su examen de física, quedará fascinado y paralizado ante las extrañas escalas logarítmicas.

Aunque los “expertos” se hacen lenguas sobre el beneficio de lo nuevo, éste es de doble filo. Nuestra memoria RAM, por así llamarla, tiene obvias limitaciones biológicas que no permiten expandirla ad líbitum y en estos momentos está siendo copada a un ritmo esterilizante. Mi asistente, una mujer en los primeros escalones del tercer piso, se pregunta: “¿Entonces vamos a ser una generación sin clásicos?”. Por lo visto.

El cáncer de la novedad fragmentada se está cargando a los periódicos de papel y quiere seguir con los libros. La dieta de capsulitas, inventada para los astronautas, ahora nos toca a los lectores. ¿Quedará algo sólido en pie si mañana nos aburrimos de la eterna novedad?

andreshoyos@elmalpensante.com

El Espectador. Octubre 13 de 2010 - Andrés Hoyos

INFORMACIÓN E INFOXICACIÓN

De la era de la Información a la era de la infoxicación

Queremos estar informados. Nos despertamos por la mañana y encendemos el televisor. Lo seguimos viendo mientras desayunamos. Mientras vamos en el carro sintonizamos una emisora de noticias o de opinión. Llegamos al trabajo y leemos el periódico. Luego abrimos varios blogs de noticias e información en el computador mientras revisamos el correo electrónico, de trabajo o personal. Allí encontramos todo tipo de información, la necesaria para trabajar, conversaciones con amigos y familiares, hasta las típicas presentaciones con recomendaciones de seguridad en la calle, productos dañinos para la salud, muestras de afecto, poemas, fotos increíbles, videos graciosos, spam (información publicitaria no solicitada), etc.

Muchas veces sucede que cuando necesitamos un dato preciso, no lo encontramos en nuestra memoria. Sabemos que leímos algo sobre eso en alguna parte, sabemos hasta dónde lo vimos, pero no recordamos la información. Otras veces vamos a realizar una investigación sobre un tema, y tenemos tanta información disponible, desde todos los puntos de vista, de todos los aspectos, que increíblemente nos cuesta mucho esfuerzo sacar algo en concreto.

Muchos sufrimos de un mal de esta época: la infoxicación.

Este neologismo fue acuñado por Alfons Cornella, y nace del cruce de las palabras información e intoxicación.

Se refiere a la intoxicación intelectual debida al exceso de información disponible hoy en día gracias a las tecnologías, lo que produce una sobrecarga informativa. Esto ocasiona ansiedad, debida a la imposibilidad de asimilar la inmensa cantidad de datos disponibles en poco tiempo.

El término equivalente en el inglés es information overload (sobrecarga de información). Se entiende como una cantidad excesiva de información proporcionada, haciendo el procesamiento y asimilación de la misma muy difícil para el individuo.

Una de las consecuencias que trae este fenómeno es la desinformación.

Causas generales de la infoxicación:

La tasa de información nueva que se produce día a día va en aumento.
* Tendemos a recoger más información de la necesaria para apoyarnos a la hora de tomar decisiones o la almacenamos por si pudiese sernos útil en el futuro.
* Aumento de los canales desde donde nos llega la información que en muchos casos ni hemos solicitado ni nos es útil.
* Hay mucha información obsoleta circulando en la Internet, así como muchas contradicciones e imprecisiones. Entonces buscamos más información de la necesaria para tratar de comprobar que la que se va encontrando es la correcta y, para ir sobre seguro, tratamos de obtener toda la información posible sobre un tema.
* Escasez de métodos para comparar y procesar los diferentes tipos de información.
* Utilizamos la información como forma de imponerse en la sociedad. Conocimiento = Poder

Citas

* “Todo este fenómeno de multiplicación de la cantidad de información que existe en el mundo se ha venido a llamar la ‘explosión de la información’, aunque más bien debería llamarse la ‘explosión de la desinformación’, indigerible y confundidora”. (Cornella, 2002)

* “Información infinita es igual a información cero”. Umberto Eco

INFOXICACIÓN

El hiperacceso a información, que a muchos enreda la vida, es una gran ventaja dice Enrique Dans.

El ser humano está cercado: páginas web, blogs, redes sociales, correo electrónico, podcast, teléfonos inteligentes que no solo sirven para hacer llamadas, sino para estar en contacto permanente con las fuentes mencionadas antes; videos, audios, textos, televisión, radio, libros, revistas... Una verdadera infoxicación.

El término, vertido al español por Alfons Cornella, a partir de expresiones en inglés como 'information overload' (sobrecarga de información), describe la dificultad para procesar la gran cantidad de datos a los que está expuesto hoy el ser humano.

El concepto que se relaciona más con el manejo de la información que con la cantidad que se produce. Enrique Dans, profesor de IE Business School -una de las escuelas de negocios más reconocidas del mundo, con sede principal en Madrid-, analiza el fenómeno.

¿Qué es o cómo se puede definir la infoxicación?

La infoxicación es la incapacidad de análisis eficiente de un flujo de información elevado. Indudablemente, el número de canales y la cantidad de información que una persona media maneja y recibe se ha incrementado enormemente en las últimas décadas, y esa nueva situación define un entorno en el que es preciso desarrollar ciertas aptitudes y actitudes a la hora de gestionar nuestra actividad.

¿La infoxicación se origina en el desarrollo de los medios masivos para distribuir la información?

La infoxicación es, en realidad, un fenómeno de incidencia muy relativa: una persona puede sentirse 'infoxicada' en determinados momentos, pero, por lo general, el hombre aprende rápidamente a desarrollar estrategias que impiden ese fenómeno.

Vivir en un entorno intensivo en información nos enseña a priorizar y a manejar esa información de maneras más eficientes, y la tecnología -que, según algunos creó el problema- es en realidad quien nos ayuda en muchos casos a solucionarlo.

El problema es que durante muchos años vivimos en entornos radicalmente unidireccionales, y una gran cantidad de la información que recibíamos era completamente pasiva, no requería de casi ninguna acción por nuestra parte.

Ahora, una parte sustancial de la información que recibimos genera una respuesta, un papel activo: de oyentes o espectadores hemos pasado a ser participantes, y eso exige un esfuerzo mayor. Pero también nos lleva a una sociedad con más oportunidades, menos limitada y con un potencial mucho mayor.

¿Cómo influye el desarrollo de las tecnologías de la información y las comunicaciones en la infoxicación?

La tecnología ha hecho posible que cualquier persona pueda convertirse en emisor de información, algo que antes únicamente era posible para quienes contaban con una licencia de emisión o llevaban a cabo costosas inversiones en equipos. Hemos pasado de recibir información por unos pocos canales, a hacerlo por infinitos, y eso conlleva un cierto período de adaptación.

¿La infoxicación se enfoca sólo en la cantidad o tiene que ver más con la calidad y la organización de la información?

En realidad, la infoxicación ocurre por una carencia de cultura de uso: a medida que una persona adquiere más experiencia y adiestramiento, aprende a utilizar herramientas que le permiten ser mucho más eficiente en su manejo.

Un lector RSS como Google Reader, permite a un usuario medio, sin ningún conocimiento específico, enfrentarse a un conjunto de fuentes de información: prensa, blogs, búsquedas en la red, etc., de una manera impensable.

En realidad, la infoxicación es un problema definido por aquellos que no se han puesto seriamente a solucionarlo: el usuario medio no se queja de infoxicación, sino que bendice las posibilidades más sencillas y directas que ahora tiene de acceder a la información.

¿La infoxicación es un problema de exceso de oferta o de abuso de la demanda por los usuarios?

Simplemente, no es un problema. Ocurre de manera muy limitada y únicamente llega a ser una sensación temporal que aparece en perfiles en vías de aprendizaje. No verás a un nativo digital quejarse de infoxicación, ni tampoco a una persona con un cierto nivel de experiencia. En la práctica, la tecnología nos permite acceder a información de maneras infinitamente más eficientes.

¿La infoxicación es una patología? ¿Tiene un 'tratamiento'?

Ni está definida como enfermedad ni tiene una terapia que vaya más allá de aprender a vivir con el entorno que nos ha tocado vivir.

Patologías existen siempre vinculadas a toda actividad humana, pero la infoxicación no es un problema real, sino algo definido por aquellos que toman una postura de observar el progreso desde una situación alejada.

'La angustia no es sólo tecnológica'

El experto Enrique Dans define la infoxicación como la "incapacidad de análisis eficiente de un flujo de información elevado", es decir, la dificultad para procesar la gran cantidad de datos a los que está expuesto hoy el ser humano.

Queda claro que el concepto se relaciona más con el manejo de la información, que con la cantidad que se produce, y que lidiar con ella se torna más arduo a medida que surgen nuevas fuentes.

"El problema de la angustia de la información, esta angustia de que tengo más información de la que puedo manejar y por tanto no tengo tiempo para absorberla, es un problema que no es solo tecnológico", dijo el experto español Alfons Cornella en un discurso, hace ya 10 años.

Para Dans, la solución y no la causa es la tecnología. Tal es el impacto de la sobrecarga de información, que se han creado grupos para estudiarlo y tratar de reducir sus efectos. Es el caso de Iorg (Grupo de Investigaciones en Sobrecarga de Información (http://iorgforum.org), del que forman parte académicos, consultores y representantes de corporaciones como IBM, Microsoft, Intel y Xerox.

Esta última tiene un sitio especializado en el tema (www.xerox.com/information-overload), que recomienda, para profundizar en él una fuente a la que los puristas temen, pues es alimentada por la comunidad de usuarios: Wikipedia.

De allí, se pueden rescatar algunas causas generales: rápido crecimiento en el flujo de nueva información que se produce y falta de equilibrio entre lo que resulta útil y lo inútil; facilidad para duplicar y retransmitir información a través de medios como Internet; aumento en el número de canales disponibles para recibirla; gran cantidad de información histórica; contradicciones e inexactitudes en la información disponible, y falta de contexto.

El fenómeno afecta principalmente a los ambientes empresariales, donde, según estudio de Internacional Data Corporation publicado en marzo del 2009, la cantidad de información creada en papel y en medios digitales aumenta cada año 67 por ciento.

Según el informe titulado 'Siguiendo la sobrecarga de información en el origen', 26 por ciento del tiempo de los trabajadores invertido (o gastado) en manejar dicha sobrecarga, y el equivalente a 1,5 billones de dólares en salarios, empleados en reprocesamiento y administración de los datos, solamente en Estados Unidos, durante el año 2008.

Para ponerlo en cifras, un 75 por ciento de los trabajadores entrevistados por IDC para realizar el estudio, en 1.000 empresas grandes de EE. UU. dicen sufrir por sobrecarga de información; el 45 por ciento de ellos se sienten agobiados por ella. Como si fuera poco, los trabajadores afirman que gastan más de 25 por ciento de su tiempo lidiando con interrupciones y distracciones generadas por la sobrecarga informativa.

La absurda impotencia de poder, La tecnología como forma de desperdicio

El conocimiento es poder, afirma Xerox en su sitio especializado en Sobrecarga de información www.xerox.com/information-overload.

Pero, para la empresa, mucha información puede hacernos sentir impotentes e improductivos. Para demostrarlo, cita las siguientes estadísticas:

-El 28 por ciento de un día de trabajo típico se desperdicia por interrupciones causadas por información innecesaria.

-El 53 por ciento de la gente cree que menos de la mitad de la información que recibe al día es útil.

-El 42 por ciento de las personas utiliza información incorrecta, de manera accidental, al menos una vez por semana.

-En 2008 se crearon 487 mil millones de gigabytes de información. Para hacerse una idea, el disco duro de un computador promedio tiene alrededor de 300 o 500 gygabites.

¿En qué se nos va el tiempo? Las siete actividades menos productivas

El estudio 'Siguiendo la sobrecarga de información en el origen' identifica las siguientes actividades poco productivas que consumen más tiempo, unas 20 horas por trabajador, cada semana:

-Reformatear documentos (convertir diferentes formatos a uno solo). -Convertir documentos de un formato a otro.

-Buscar información, pero no encontrarla.

-Volver a generar contenido que ya existe.

-Publicar el mismo contenido para diferentes audiencias, utilizando distintas aplicaciones.

-Obtener material de archivo con poca o ninguna ayuda tecnológica.

-Lidiar con distintas versiones de un mismo documento.

Jaime Dueñas
Director Vive.in y Futbolred.com