El pasado 11 de septiembre desapareció un grabado del maestro Goya de la Fundación Gilberto Alzate Avendaño de Bogotá. Mientras las autoridades realizaban sus primeras pesquisas, se hizo público un comunicado firmado por el Movimiento 11-S, que, en términos similares a los usados por la guerrilla, se adjudicaba el robo. Cuatro días después, un profesor universitario confesó ser el autor y calificó el texto como una 'parodia crítica'. Este hecho prende las alarmas sobre la impunidad que fomentan los blogs y sobre el cuidado que deben tener portales de Internet a la hora de publicar información.
La 'parodia' desvió la investigación del robo, amparada en el silencio del profesor. La Fiscalía lo llamó a rendir testimonio por atribuirse un robo y manipular información. Poco valor tendrá la intención 'paródica' con supuestos fines artísticos ante la nefasta posibilidad de una pérdida definitiva del grabado del maestro español.
Arguye el profesor que nunca ocultó su identidad, pues al blog llegó el texto desde su correo personal y fueron los medios quienes asumieron la veracidad del mismo. Su nombre, sin embargo, no aparece en el documento publicado en este blog, tan medio masivo de comunicación como este diario. El hecho de estar en Internet no le quita la mínima responsabilidad social por su contenido e intención. No hay patente de corso para la generación de información malintencionada, sesgada o violenta en la red.
El flujo anárquico de información en los millones de sitios de Internet es tanto fuente de un acceso más democrático como una peligrosa masificación de mentiras, calumnias, mensajes de odio y, como en el caso del comunicado, bromas orientadas a generar confusión. Arroparse bajo el manto del "arte" no le quita gravedad al asunto.
Por mucho menos -bromear con que llevaba una bomba en su equipaje-, a una mujer la bajaron de un avión y un cibernauta de E.U. terminó en la carcel por difundir la falsa noticia de que miles de compotas Gerber estaban envenenadas. La noticia de la 'parodia' del profesor fue todo, menos divertida.
Las autoridades decidirán si el caso del profesor amerita una amonestación. Por lo pronto, el repudio público es evidente. Esperemos que se recupere el grabado y que su título, Tristes presentimientos de lo que ha de acontecer, no se convierta en una vergonzosa realidad, avalada por un portal de Internet.
editorial@eltiempo.com.co Septiembre 18 de 2008