En julio de 1999, Microsoft, el gigante del software, lanzó un sencillo sistema de mensajería: el Windows Live Messenger, que permitía la comunicación en tiempo real con un interlocutor a través de Internet. Hoy, esta plataforma, que comenzó con solo dos millones de usuarios en sus primeros meses, acoge 323 millones de clientes y se convirtió en sinónimo de mensajería instantánea en la red.
Lo que surgió como una herramienta muy básica de comunicación entre personas ha avanzado de la mano de Internet al punto de que soporta cámaras, conversación, el envío de fotos, música, documentos y video. Cada día se envían 8.600 millones de mensajes en 1.600 millones de sesiones activas. La aplicación se difundió por toda la red, está en computadores portátiles y de escritorio, así como en los celulares. De allí que las nuevas generaciones hayan adoptado el Messenger como un eficiente medio de contacto, considerado por muchos como uno de los precursores de las actuales redes sociales.
Aunque la "prehistoria" de Internet esté llena de programas de chat hoy olvidados, como IRC, las caritas amarillas del Messenger aún sobreviven como uno de los éxitos del imperio de Bill Gates en una industria asaltada constantemente por empresarios jóvenes con ideas geniales, como Facebook, Google y Twitter. Haber sobrevivido una década en el mundo de la red y seguir vigente ante tantos cambios y transformaciones comprueba que, por más complejas que se vuelvan las aplicaciones de Internet, la simple mensajería instantánea estará, junto con el correo electrónico, como una necesidad permanente.
Hasta el lenguaje se ha permeado por esta tendencia mundial al 'chateo'. Lo que ha despertado inevitables interrogantes entre los estudiosos de la lengua frente a la ya popular mezcla de abreviaciones, alteraciones y siglas que pululan en los miles de millones de mensajes instantáneos. ¿Estamos ante una degradación sistemática del idioma o ante un ciberdialecto juvenil producto de los tiempos modernos? Ni lo uno ni lo otro. Muchos reconocen en la jerga del Messenger no más que un atajo para comunicarse con mayor velocidad.
El debate en torno al uso y el abuso de los chats parece ir paralelo a su popularidad. Como toda herramienta de este nuevo mundo virtual, conlleva potenciales riesgos de seguridad, que son, en la mayoría de los casos, más errores de criterio de los usuarios que falencias de la plataforma en sí.
Editorial El Tiempo, Agosto 21 de 2009
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