En días pasados fue revelado un estudio hecho por científicos de la Universidad de Stirling, en Escocia, que revela hasta qué punto han cambiado las costumbres tras el desarrollo de la tecnología y de Internet. Los resultados dejan en claro que en un futuro muy cercano, quien no sepa enviar un archivo adjunto por correo electrónico o quien no sepa reservar un vuelo en la página de una aerolínea enfrentará grandes dificultades de comunicación.
Es innegable que la red ha venido desplazando a servicios como el correo postal y el teléfono fijo, que parecían estar destinados a acompañarnos para siempre. En poco tiempo, escribir una carta, pegarle una estampilla y depositarla en un buzón en la calle será considerada una actividad tan arcaica como lacrar el sobre con cera y enviarlo con un estafeta a caballo.
Las nuevas tecnologías, como siempre ha pasado en la Historia, le dan un vuelco a la forma de hacer negocios, de socializar, de comprar y de acceder a la información. Lo poderoso de Internet es que su capacidad de transformación es, al mismo tiempo, más veloz, más expansiva y más penetrante que anteriores avances, como la televisión, la aviación comercial o los computadores.
Sin embargo, la tecnología también muestra su otra cara. Según el estudio, el buscador de Google está deteriorando la memoria de sus millones de usuarios al ofrecer al instante datos de cualquier naturaleza. Además, la vieja costumbre de escuchar discos completos de una banda está siendo desplazada por la descarga de unas pocas canciones por compacto directamente al programa de reproducción del computador.
La renovación anual del directorio telefónico repartido de casa en casa, el acceso restringido a revistas o a videos pornográficos -o la costumbre adolescente de ojearlas subrepticiamente para evitar la vergüenza-, el revelado de los rollos de fotografías y su almacenamiento en álbumes y la memorización de números telefónicos son hoy en día costumbres en vías de extinción. Quizás no esté lejos el día en que la consulta de libros en las bibliotecas y la memorización de datos históricos sean también anacrónicas debido a la facilidad de rastrear datos en la red. Los efectos del rápido cambio tecnológico son inevitables, así como inexorable la sustitución de unas costumbres, oficios y actividades por otras más modernas y ajustadas a los nuevos tiempos.
editorial@eltiempo.com.co Septiembre 15 de 2009
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