Internet cada vez más se asemeja a un barrio de mala muerte. Los robos cibernéticos, el acoso sexual y los virus informáticos, entre otros problemas, han hecho que quienes entran a ella cada vez más lo hagan bajo su cuenta y riesgo. Por años las empresas de seguridad se han dedicado a crear programas para defenderse de estas amenazas, pero todos los esfuerzos han resultado insuficientes para detener a los delincuentes digitales. Aunque anualmente se invierten millones de dólares para combatir la inseguridad (en 2009 las empresas dedicadas a protección informática esperan ingresos por más de 79.000 millones de dólares), hay quienes creen que el efecto es similar al de una calle con huecos que es reparchada constantemente pero que en realidad necesita volverse a hacer.
Para algunos expertos ya no es suficiente desarrollar antivirus y programas especializados. Por eso, trabajan en la nueva web, que sería un reemplazo de la actual. Hace unos días, un artículo de The New York Times abordó el tema. En él, los expertos consultados por el diario hicieron proyecciones pesimistas de lo que podría pasar con la existente. Nick McKeon, ingeniero de la Universidad de Stanford, quien es una de las personas que está detrás del proyecto más importante para crear una nueva Internet, aseguró que de seguir por el mismo rumbo, en el futuro cercano ocurriría una "serie de catástrofes públicas". Dentro del mismo artículo, Rick Wesson, presidente de una firma consultora, fue más allá con su visión apocalíptica al decir que "si usted está esperando un Pearl Harbor digital, los barcos japoneses ya se pueden ver en el horizonte".
Como ejemplo, ponían el caso de Conficker, un gusano digital que desde octubre del año pasado ha infectado cerca de 15 millones de computadores en todo el mundo (ver recuadro). Éste tiene el poder potencial de borrar secciones enteras de Internet con todas las implicaciones que ello tendría sobre la información y los sistemas financieros. Doug Jacobson, profesor de ingeniería de sistemas de la Universidad de Iowa, dice que con Internet tal como está, la posibilidad de un cataclismo es real. Podría tratarse de una caída simultánea de los sistemas: "Una falla global y duradera que podría deshabilitar la banca mundial e impedir el acceso de la gente a la información".
Para prevenir este panorama, hay grupos trabajando en la nueva red. La Universidad de Stanford, Deutsche Telekom y la multinacional japonesa NEC crearon el 'Clean Slate Project' (algo así como Proyecto de Tábula Rasa), una iniciativa que tiene el ambicioso objetivo de "reinventar la Internet". Cuenta con un presupuesto de 4,5 millones de dólares para los próximos tres años y, aparte de los aspectos de seguridad, espera revolucionar toda la infraestructura de Internet para que sea más rápida y soporte mejor cuando el uso de los dispositivos móviles sea masivo. El grupo iniciará pruebas en junio, con la introducción de la nueva red en ocho campus universitarios de Estados Unidos.
El tema desde ya promete generar controversia. Steve Ragan, blogger del portal The Tech Herald, escribió a propósito del artículo de The New York Times que la red existente si bien debe ser mejorada en ciertos aspectos, tiene las herramientas para crear sus propias defensas. "Todo lo que haría una nueva Internet sería introducir una nueva raza de criminales cibernéticos. Deberíamos concentrarnos en mejorar lo que ya tenemos anticipándonos a la siguiente amenaza, en vez de reaccionar a las existentes", dice.
Aunque todavía no se sabe cómo va a lucir, el consenso es que ésta será mucho más cerrada que la actual y tendrá cambios esenciales. Sus arquitectos parten de la premisa de que la forma más fácil de hacer que el sistema sea confiable es controlar estrictamente a los usuarios y monitorear sus movimientos. Eso se traduce en que tendrán que sacrificar algunas libertades con el fin de navegar más seguros. Una de las posibilidades es que deban usar una especie de licencia de conducción para poder conectarse. Además, estarán expuestos a herramientas de rastreo que les permitirá a las autoridades seguirles el rastro a quienes infrinjan la ley.
La pregunta es cuánta gente estaría dispuesta a sacrificar la posibilidad de ser internautas o avatares anónimos en el ciberespacio, una característica que si bien les sirve a muchos para cometer delitos, para otros es simplemente el mayor atractivo de la web. La gente se sentiría vigilada y esto hiere muchas sensibilidades. Eso sin contar con teorías más conspirativas, según las cuales portales como Facebook, MySpace o LinkedIn pretenden usar la información de los usuarios para vendérsela a multinacionales con fines publicitarios o de control social.
Un ejemplo del rechazo que causa esta posibilidad es la furiosa reacción de los usuarios de Facebook la semana pasada, cuando se conoció la noticia de que la red social iba a cambiar sus condiciones de uso para apropiarse de manera permanente de los contenidos publicados por sus usuarios. Fue tal la molestia, que Mark Zuckerberg, cofundador del sitio, recibió cientos de miles de correos electrónicos de recriminación y debió retractarse. Los inconformes, incluso, crearon un grupo en la propia red social llamado 'Los que están en contra de las nuevas condiciones de uso', que sumaba cerca de 100.000 miembros al cierre de esta edición.
Jacobson, el profesor de la Universidad de Iowa, anota: "La gran pregunta es si esto nos llevará a dos Internet: una versión segura en la que será necesario pagar, y una versión pública e insegura. No veo que este rediseño vaya a ser gratis. Si el impulso viene de las grandes empresas, es posible que ellas construyan una red segura y de alta velocidad y dejen al resto del mundo relegado". En el futuro, cuando la nueva Internet haga su aparición, la que se conoce hoy en día, con todos sus peligros y libertades, seguirá existiendo de forma paralela. Sólo que quienes entren en ella tendrán que hacerlo con las precauciones de quien se mete a la zona más peligrosa de la ciudad, en la que acechan atracadores y proxenetas.
UN GUSANO PELIGROSO
Al parecer una banda criminal de Europa del Este creó el año pasado Conficker, un gusano informático que ataca Windows y es considerado la amenaza digital más grande por estos días. Hasta el momento ha sido detectado en millones de computadoras privadas de todo el mundo y en algunas redes más delicadas como la del ejército francés y algunas oficinas públicas del Reino Unido y Estados Unidos. Aunque a los pocos días de su aparición Microsoft lanzó un parche para enmendar la vulnerabilidad del sistema, un 30 por ciento de los computadores que tienen Windows siguen expuestos. Conficker puede ser manipulado de manera remota por sus creadores, que hipotéticamente estarían en capacidad de robar información privada, crear un súper motor para enviar spam (correo basura) o tumbar grandes porciones de la red. El 13 de febrero de este año, Microsoft empezó a ofrecer una recompensa de 250.000 dólares a quien dé información que conduzca a la captura de los creadores de esta nueva plaga.
Revista Semana, Febrero 21 de 2009